19 ene 2010

Cami.

Necesita un respiro. Siente una presión en el pecho, que la desalienta. Ya no quiere sonreír. Mira hacia alrededor, no sabe nisiquiera en que dirección ir. Siente que van a aplastarla, haciéndola añicos. Está harta. Pelea con el mundo. Pum, una, pum, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce. Catorce veces contra él. Sin aliento, se contiene para la próxima vez. Creía que habría otra vez. Ya no la hay. Ha dejado de pelear. Se ha dado cuenta que está luchando consigo misma. Estaba peleando consigo misma. Catorce veces lo ha hecho. Sólo ha conseguido dañarse. Convertirse en un gran cubo de hielo, una barrera infinita que no se aproximaba hacia la felicidad. Escondía el mejor sentimiento en una caja de metal cerrada con llave. No supo dar la cara cuando tuvo la ocasión. No quiso ser feliz cuando tuvo oportunidades para hacerlo. Sólo ha sabido hacerse daño, con el único fin de nunca llegar a la felicidad, al cien por cien. Ha vivido a corto plazo, por momentos. Nunca le ha durado el día perfecto. Siempre han habido caídas y no tenían fin, un tunel sin salida. Ha llegado muy lejos. Está demasiado cerca de traspasar la oscuridad y la luz apenas se vé. Pero lo quiere intentar. Quiere perder todo el tiempo que le lleve el ir hacia la luz, ya que ha ido siempre en dirección contraria. Se siente perdida. La cabeza le da vueltas como una noria, y no para. Siempre ha estado evadida de las realidades. Siempre ha pensado en ella y no en el otro. Nunca ha querido salir de su forma de pensar ni ha sabido ponerse en el lugar ajeno. Ahora intenta dar un giro trescientos sesenta grados. Quiere sonreír. Quiere reír. Sus lágrimas se han cansado de hablar por ella. Su rostro ha decidido cambiar y ahora los rayos del sol le darán vida. No quiere ser lo que fue. No quiere ser lo que es. Y aunque el camino esté demasiado lejos, lo intentará. Aunque cueste mares y mares, lo intentará.

Ya se ha cansado de no ser feliz.

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