13 ene 2010

Love.


Allí estaba. Contemplé sus ojos fríos y oscuros, perdidos en un mar sin fin. Me acerqué en silencio, dando pequeños pasos, estando más cerca de su torso. Me encontraba detrás de él, a solo dos centrímetos de sentir su calor rozando con el mío. No fui capaz de respirar. Y cuando lo hice, un perfume divino acarició mis sentidos. Algo falló en mí, no sabía lo que hacia, y le abracé por detrás. Me quedé 30 segundos pegada a él, notando los latidos de mi corazón, que iban en aumento. Entonces, sin saber cómo, me encontraba en el suelo. Estaba mojado, resbalazido de la nieve que caía del cielo. Miré hacia arriba y los copos rozaban mis pomúlos, entonces le miré. Se giró, con su flequillo revuelto, tapándole la vista. Estaba tenso, diría que nervioso, lo sé. Le conozco. Pero .. ¿qué hacia yo en el suelo? ¡Si estaba abrazándole! Entonces, se acercó a mí. Dio ligeros pasos, y cuando llegó, estaba de pie, delante mío, y yo echada en el suelo observándole. Se agachó y me miró a los ojos. Pero qué...que bonitos. Azules, fríos como el hielo. Los copos de nieve te sentaban realmente bien en el pelo. ¿Por qué no se lo digo? Bah, sería estúpido y se reiría de mí... De repente, enarcó una ceja y sacó una leve sonrisa. Pero qué....coño, me encanta. Sin saber como, ni cuando, ni por qué, le besé. Fríos, paspados, pero dulces. Más dulces que la miel. Más rico que el chocolate. Mmmm, mermelada de fresa. Seguí besándole. Apoyó sus manos en mis mejillas, besándome con intensidad. Y paró. Se apartó, agachó la vista, y le miré preocupada. ¿Qué pasa? ¿Hice algo mal? Tampoco se lo dije, pero mis ojos hablaron por mí. Y de repente, me lanzó un bofetón. Luego, sentí el crujir de mi espalda. Oh, creo que me he roto una costilla. Una patada azotó mi estómago y me retorcí, chillando de dolor. Me volvió a besar, mordiéndome los labios y sangrando como la fuerza de una cascada. Intenté gritar pero ya no lo conseguí. Me cogió por las piernas, y me llevó a rastras hacia un bosque. Allí, inmóvil, sin apenas poder moverme, me susurró:
-Pagarás por lo que me has hecho, puta....
¿Qué le he hecho? No consigo comprenderlo. ¿Quererle es hacerle algo? ¿Amarle por encima de cualquier cosa? No, no. Abrí un ojo, y le miré. Ví como llevaba un palo o algo similar en su mano, dando vueltas en círculos y hablando, pero no llegué a entenderle. Entonces, cerré el ojo, e inconscientemente, me dormí.
Cuando me desperté, estaba tirada en el bosque, y sus ojos fríos y oscuros, a mi lado, observándome con gran interés, sus ojos sobresaltados, rojos, inquietos, mirándome. Qué bonito está cuando está tenso. Cariño, ¿sabes cuánto te quiero?. Venga, dame un beso y ven aquí... ¿No me traes una pastilla? Me duele un poco la cabeza cariño... ¿Por qué estamos aquí? Quiero ir a casa, tengo algo que decirte. Cariño, yo...Estoy esperando un hijo tuyo. Cariño, me duele demasiado la barriga. Cariño, tengo frío. Cariño, bésame otra vez... Cariño, ¿por qué tienes un palo en la mano? Cariño... ¿Por qué estás cavando en medio del bosque? Cariño...Te quiero.

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