Exclusión. Llevamos dentro una marca, algo que nos diferencia, que nos hace especiales, únicos. Cada marca señala cada uno de nuestros puntos débiles. Es algo frágil, que no suele salir a la luz. Se siente ingenuo, preso del dolor y no quiere darse a conocer. Quiere y no quiere, pero solo cuando le dan la mano, cuando tiene la sensación que le dan ese afecto, ese cariño que tanto pide y la confianza que diga : 'Toma mi mano, ven, yo te protegére'. Ya no quiero nada de eso. Tengo una presión que se aferra a mí, de manera titilante y no deja de llorar. Ha sufrido. Le han machacado con mil palos, una, y otra, y otra vez. Se ha dejado llevar. ¡Se ha dejado querer! Y ahora el daño ya está hecho. Agujas, hilos... nada puede coserlo. ¿Medicamentos? ¡Tampoco! Y...¿una operación? ¡No!. Se cura con el tiempo. El tiempo reduce daños y vuelve a su estado. Pero no al de siempre. Cada vez que lo apalean es más delicado, mucho más distante. Ayer me contó que quería dejar de dejarse llevar. Y yo ahí, en un inmenso dolor, profundo y sincero, le susurré :
Chiquilla... cuando se enamora... pierdes los principios, hasta que llega el final como una gran patada inesperada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario